Mis últimas experiencias me han hecho recordar una parte de mi que tengo que hacerme mirar. Soy orgullo y cabezota
Y rencoroso. Muy rencoroso. Pero mucho.
Y eso es un problema. Sobre todo cuando te dedicas a gestionar la relación entre un señores que han puesto un dinero y otros que lo cobran.
Y lo hacen a cambio de construir algo que los primeros tienen en la cabeza, y que tú te afanas por describir en detalle.
Pero la experiencia me dice que da igual el esfuerzo que hagas y lo detallista que seas. Siempre aparecen cambios de opinión, nuevos requisitos o cualquier cosa que hace que la planificación se vaya al traste.
el orgullo
Lo primero que hago cuando el tema se empieza a ir de madre es pensar que no es cosa mía. Y probablemente no lo sea. Yo establezco unos plazos, tareas y recursos y si nadie es capaz de cumplirlo ¿qué culpa tengo yo?
Y es que en ocasiones es muy complicado detectar cuando empiezan las desviaciones y cuando se trata de un retraso puntual. Y es aquí precisamente donde entra el orgullo de nuevo.
Quiero recordar a todos los desarrolladores que están participando en un trabajo remunerado, no en un un torneo medieval. Aquí no hay honor que valga. se debe hacer el trabajo en el tiempo acordado. y si no da tiempo, se levanta la mano.
Es imperativo controlar el orgullo del equipo. El nivel de calidad debe ser el adecuado al precio convenido, no al nivel de satisfacción del desarrollador. Es importante que nuestro equipo comprenda esto. Y si no, no debemos contar con él.
Cabezota
Cuando he terminado de despacharme con el resto, me reivindico en mi cabezonería. ¡Qué no es culpa mía, leche!
Y ahora viene la parte en la que digo que si la culpa es de todos o que no es momento de buscar culpables…. ¡Pues no! Hay que buscar culpables constantemente. Hay que detectar por qué no se están cumpliendo los plazos y quién es responsable de qué.
Y no hay que explicar por qué se ha llegado tarde, ni lo complicado que es, ni las dudas que había. Lo que importa es identificar lo antes posible la causa del retraso y aportar los medios necesarios para evitar que ocurra otra vez. Lo peor que se puede hacer es pegarse de cabezazos ante un bloqueo. Si algo no sale, pide ayuda o avisa de que no se llega a tiempo.
Pero nunca, nunca nunca, asumas que esto lo tienes que sacar “si o si”. Esa frase es estúpida y solo sirve para generar ansiedad
– Tenemos un problema, no vamos a llegar a la fecha
– Ah no, pues haced lo que haga falta pero tenéis que llegar a tiempo. Esto hay que sacarlo si o si
– ¡Ah!, que hay que sacarlo si o si ¡Entonces todo arreglado!
Cuando un cliente me viene a mí o al equipo con esas bravatas, lo que ocurre es que lo pongo en la bandeja de salida. Si existe un problema, este no va a desaparecer porque nos neguemos a aceptar la realidad. Si no se puede, no se puede. Para el proyecto, despide, denuncia, retrasa o penaliza. Pero no te plantes en el “sí o sí”. No sirve.
Y como desarrollador, lo mismo. No te obceques en sacar algo que va a costar demasiado al proyecto y sobre todo a ti.
rencoroso
Como os decía, lo soy. Y mucho. En junio de 1998 fui a la tienda de música a probar por última vez la guitarra que me iban a regalar por las buenas notas. Es cierto que iba casi a diario y probaba un par de ellas al día. pero también les había comprado de todo. Era un buen cliente. Pues bien, la mañana de antes de comprarla con mi padre, me dicen que ya. Que ya he probado todas lo suficiente y que o vengo con un adulto o que se acabó el ir a juguetear.
Ante eso, yo les dije que si me iba sin probar esa última guitarra no pensaba volver jamás. En estos 22 años no he vuelto pisarla, y no he gastado poco en instrumentos. Ojo, no pienso poner el pie aunque sea de las pocas tiendas que quedan en Madrid. Así soy.
Y es que tengo una memoria prodigiosa para eso. Lo recuerdo todo. Por muy pequeño y constructivo que fuera el comentario, por muy aislado que fuera el hecho, si este me sentó mal, lo tengo grabado a fuego. Y me lo cobraré.
Y eso no puede ser. Debemos aceptar que todos la liamos en algún momento. Perdonarnos a nosotros mismos es algo necesario para aprender a perdonar al resto. Y atención que digo “aprender”. No hay que perdonarlo todo, ni de broma. Somos profesionales, y si uno no hace bien su trabajo se le reclama compensación o se deja de colaborar con él. Pero eso de enfurruñarse porque te toca el orgullo, malo malo malo.
En conclusión
Ojo con las emociones cuando te pongas manos a la obra. Hacer las cosas con mucho corazón puede llevar a que te lo partan.
¿Solución?
Números.
Marcad objetivos, controlad la calidad, la puntualidad y todo lo que haga falta para validar la entrega. Ni se os ocurra darle mérito a lo tarde que uno se acuesta o a lo muy involucrado que está en el proyecto. A mi como cliente se me llevan los demonios cuando un proveedor me escribe en fin de semana. ¿Por qué demonios me tiene que molestar en mi día de descanso? Para mi, el proveedor ideal es el que me responde rápido en el horario acordado. Y me responde bien.
Y si sois el proveedor, no caigáis en enviar correos a las 2 de la mañana ni a responderlos en Domingo. Haced valer vuestra calidad, no vuestro tiempo, que para algo os pertenece. No lo entreguéis tan fácilmente, porque cuando más barato lo vendáis, menos lo van a apreciar. Centraros en el producto, no en la producción
El párrafo chanante
¿Y por qué no acabar esta entrada con una de mis tradicionales pirotecnias cognitivas?
El otro día salí a la terraza buscando mi sombrero mejicano cuando me encontré en el suelo a una chancla parlante.
– Hola buenas noches, soy una chancla que habla.
– Hola, buenas noches.
– Verá usted, soy una chancla sempiterna, que ha visto la creación de las estrellas y atravesado la barrera entre el espacio y el tiempo. Soy materia, corpórea y tangible, pero albergo en mí la huella de los eones que me han convertido en un espectro al borde de la realidad.
– Hola, Chancla – contesté yo.
– Te iba a comentar, verás es que venía en el Ave y resulta que mi hija se ha tenido que bajar antes, con la mala suerte de que me estaba guardando la cartera en el bolso. Resulta que tengo que ir a Guadalajara esta misma tarde porque tengo un trámite importante, y quería ver si no tendrías…
– No mira, es que no tengo suelto.
– Claro, no te preocupes, seguro que se me ocurre algo. ¿No tendrás un cigarro, verdad? Como no tengo suelto. Es que soy una chancla.
– No mira, no fumo.
– Claro. Bueno, no te preocupes. Gracias de todos modos. Oye, mucha suerte, ¿eh? Que a todos nos hace falta de vez en cuando en momentos difíciles
– Si, si. Un placer señora chancla.
Y eso fue todo, Tan verdad como que el agua moja.