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Covent Garden y el Malo de Braveheart

desde Charing Cross hasta Seven Dials, pasando por el mercado de Covent Garden

Estaba yo con el Señor Mapache intentando imaginar el olor de las botas de Vegeta, cuando sentí la necesidad de conocer más detalles de la vida del rey malvado de Braveheart.

—No te preocupes —dijo el Señor Mapache—, ven que te voy a contar, salao.

Así que nos pillamos el tren en Getafe Sector 3 y aparecimos en la estación de Charing Cross. Nada más salir por la puerta principal, te encuentras con lo que parece la aguja de una iglesia o incluso una turbo fuente.

Pues esto, muchacho, es (una réplica de) uno de los monumentos que Eduardo I (Longshanks, “Calzas Largas”) le dedicó a su mujer, la española Leonor de Castilla, allá por el año 1290. De hecho, Leonor (con la que se casó cuando él tenía 15 años y ella 13) murió en Harby, cerca de Lincoln, y el hombre hizo una “cross” en cada una de las localidades donde su cuerpo fue trasladado, culminando con “Charing Cross”, que estaba un poco más hacia el oeste, en lo que ahora es Trafalgar Square.

—Gracias, Señor Mapache, ya no quiero saber más de Longshanks. Pero ya que estamos aquí, ¿por qué no me enseñas el barrio?

—Claro que sí, ricura. Vamos a dar un paseo de entre 30 y 90 minutos, depende de la prisa que tengas.

El recorrido

Parte 1: De Charing Cross a St Paul’s Church

Una vez que les cuentes a los acompañantes la historia de Eduardo I, aparentes que conoces algo de la historia del país, coge la calle principal, la famosa Strand, hacia la derecha (este), en dirección a Somerset House. Te recomiendo cruzar la acera en cuanto salgas de la estación y caminar por la acera norte. Enseguida llegarás al teatro Adelphi, donde actualmente ponen “Back to the Future: The Musical” (meeh, está bien, pero he visto mejores). Nada más pasarlo, te encuentras con un callejón muy majete, Bull Inn Court (a mí es que me gustan mucho los callejones), donde hay un pub, “The Nell Gwynne Tavern,” donde suele haber bastantes actores después de la función.

Por ahí tiras parriba hasta Maiden Lane, que es una de las calles aledañas a Covent Garden. Gira a la derecha (este) hasta llegar a Southampton Street, y ahí gira a la izquierda, y verás la esquinita del Mercado de Covent Garden.

Pero quieto, aquí hay dos cosillas que contar. Lo primero, a mano izquierda está “Din Tai Fung”, que, para mi gusto, tiene uno de los mejores dim sum de Londres. De hecho, es una cadena enorme en China (aunque allí es más de andar por casa). No es lo más barato del mundo, pero está mu güeno.

Lo siguiente, antes de llegar a la plaza, a mano derecha, tienes el Jubilee Market Hall, que es una especie de mercadillo que tiene desde ropa de segunda mano hasta souvenirs y antigüedades. No es muy grande y está petado de gente, pero te puedes encontrar alguna cosa curiosa. Te recomiendo que te metas y eches un vistazo.

Ahora, aguanta un poco las ganas de meterte dentro del mercado de Covent Garden como tal y da una vuelta a la plaza por la derecha. Verás que enseguida está el Museo del Transporte (que, si llueve, no es mal plan), y sigue rodeando el mercado en el sentido contrario a las agujas del reloj. En la esquina noreste, verás el acceso a la Opera House. Si es la hora del café (o aunque no lo sea), puedes subir a la cafetería de la terraza, que es bastante aceptable, dado lo turística que es la zona.

Seguimos dando la vuelta a la plaza y cogemos la primera calle que hay a la derecha (James Street). No te preocupes, que luego volvemos a la plaza y entramos en el Mercado de Covent Garden.

Es probable que te topes con artistas callejeros y un porrón de gente alrededor. Yo no suelo quedarme a verlos, pero si alguno te engancha, que sepas que es costumbre dejar 5 o 10 librillas (dependiendo de lo grande que sea tu grupo), aunque tampoco le hacen ascos a una moneda de un euro. En cualquier caso, según subes por James Street, llegas al cruce con Floral Street. Vete por esa calle (izquierda, oeste), pero antes asómate unos metros más arriba para ver la estación de metro de Covent Garden. Esta estación se inauguró en 1907 y en aquel entonces por el barrio no pasaba ni una fracción de la gente que hay ahora. La fachada, diseñada por Leslie Green, tiene ese característico revestimiento en cerámica roja que verás en muchas estaciones de la época, y las ventanas arqueadas son una joya del estilo Eduardiano.

Al principio, la estación contaba solo con las escaleras de emergencia y los ascensores, que eran la norma en aquellos días porque, simplemente, no había escaleras mecánicas todavía. Los primeros ascensores se instalaron cuando se construyó, pero la capacidad se quedó corta muy pronto, y tuvieron que cambiarlos varias veces, la última en los años 80. Así que, si un día apareces en la estación, NO subas ni bajes por las escaleras. Son 193 escalones en total, y créeme, no vale la pena ni por hacer la gracia.

Lo dicho, cofe Floral Street hacia el oeste. En esta calle hay una tienda curiosa, temática de Tintín. Es muy pequeña, carilla, y abren cuando les da la gana, pero merece unos minutillos. Sigue un par de minutos más por la calle y llegarás, a mano izquierda, a la entrada de Floral Court. Estate atento, que es fácil perdérsela.

OJO, aquí Google Maps no me deja seguir mi ruta, pero tranquilo que es mu sencillo.

Por ahí llegas a una placita con un par de restaurantes. Métete por el callejón que atraviesa la plaza y verás que a mano izquierda hay otro callejón que os deja casi en Covent Garden. Justo en el pasillo de salida, está Petersham Deli, que es una sucursal de Petersham Nurseries. Aunque el original está un poco más alejado (si tienes varios días o vives aquí, te recomiendo la visita), este lugar es un excelente ejemplo de cómo los ingleses juegan con su herencia cultural para crear algo que parece centenario pero es completamente moderno. Al entrar, parece que te encuentras en un jardín donde la reina Victoria tomaría el té, pero en realidad es una construcción de hace unos 20 años, repleta de productos orgánicos y toda esa mandaga. En cualquier caso, aunque no es tan llamativa como la de Richmond, esta tienda merece un par de minutos.

Chachi, pues ahora gira a la izquierda y verás de nuevo la esquina del Mercado de Covent Garden. Sigue en esa dirección, pero antes de llegar, pasa un momento por los jardines de St. Paul’s, cuya entrada es aún más inadvertida que la anterior. Esta iglesia, que data del siglo XVIII, ha sido históricamente un lugar de encuentro para artistas y actores de los teatros cercanos. Y, sobre todo, es un sitio estupendo para descansar y beber un Fanta. Por cierto, el arquitecto de la iglesia era un señor que, pese a tener el nombre de una serie de ratones detectives, innovo mucho y participó en unos cuantos edificios bien relevantes: el querido por jovenes y viejos, Inigo Jones (si, sin eñe).

Parte 2: El mercado de Covent Garden y Seven dials

Te aconsejo salir por el lateral izquierdo de la iglesia. Parece que no hay salida, pero sí la hay. Hay un par de estatuas curiosas, y el arco de salida es bastante majo. Verás que sales justo enfrente de la entrada principal de Covent Garden.

Ahora sí que puedes entrar y darte un pirulo. El mercado se divide en el North Hall, con más tiendas que sitios para comer, y el South Hall, que tiene más lugares para comer que tiendas. Hace más de 100 años, Covent Garden era como cualquier otro mercado de barrio, especializado en la venta de frutas y verduras (algo común en Londres, con Smithfield para la carne, Billingsgate para el pescado y Spitalfields también para frutas y verduras). En los años 70, el mercado se trasladó a Nine Elms debido al aumento del tráfico en la zona. Cuando el barrio dejó de ser industrial y pasó a ser más residencial, algunos especuladores quisieron derruir el mercado para construir viviendas. Sin embargo, la comunidad local se movilizó para detenerlo. Gracias a la Covent Garden Community Association (CGCA), formada en 1971, junto con vecinos y activistas, se logró frenar la demolición y conservar el carácter histórico del área, que ahora es uno de los lugares más emblemáticos de Londres.

Cuando termines, sal por el South Hall y verás que estás enfrente del Jubilee Market. Desde ahí, gira a la derecha (oeste) y sigue por la calle hasta el final. Verás varios restaurantes interesantes por el camino. Al llegar al final, gira a la derecha y sigue calle arriba. A tu izquierda, dejarás un Tesco que lleva años ahí (para si necesitas avituallamiento), y un poco más adelante, en un callejón a la derecha, tienes un pub mítico: The Lamb and Flag.

Está más que curioso, es un buen sitio para echarte una pinta. Verás que hay un pasadizo a la derecha del pub. Tira por ahí con cuidado de no darte en la cabeza, y llegarás de nuevo a Floral Street. Justo enfrente y un pelín a la derecha, encontrarás otro callejón, Conduit Court, que está lleno de lucecitas y espejos donde la gente suele sacarse muchas fotos.

(La foto no es muy buena, pero es que había un señor endrojándose a la entrada y tuve que ser discreto. No sacar fotos a los señores endrojándose, que a lo mejor se lo toman a mal).

Según salgas del callejón, cruza la calle y sube por la calle peatonal que tienes enfrente. Llegarás a una pequeña plaza moderna con un par de restaurantes apañados. Ahí tomé una botella de champán con mi mujer en la Nochevieja de 2022 a 2023.

Sal a mano izquierda, pasando por Dishoom. Es un sitio fantástico, pero las colas son del demonio.

¡Tranquilo, que ya casi acabamos!

Según sales del callejón, dejando el Dishoom a la izquierda, sigue a mano derecha, subiendo la calle Monmouth St, y en menos de 100 metros estarás en Seven Dials, una placita muy mona con una historia curiosa. Este área se desarrolló en el siglo XVII y originalmente era un lugar de encuentro entre comerciantes y un cruce de caminos. La Columna de los Siete Diales, erigida en 1694, se alza en el centro de la plaza, adornada con siete relojes de sol decorativos que representan las siete calles que se unen aquí. Es una antigua zona industrial donde podrás encontrar muestras de arquitectura interesantes y, por supuesto, una plétora de tiendas y restaurantes.

Neal’s Yard es bastante mona y tiene un par de sitios curiosos. En concreto, St. John’s Bakery te hace unos croissants de almendras de cagalse de lo ricos que están. Sácate un par de fotos para que la gente diga: “¿Oh, qué bonito? ¿Eso es Londres?”. Y aprovechando la confusión les puedes robar el mechero.

Luego, sal de la plaza siguiendo la misma dirección que tenías al entrar, salida sudeste, al lado del 26 Grains. Ahí encontrarás el mojón del día, que no íbamos a olvidarnos del motivo del blog. El de hoy es una placa, que no puedo verificar que sea 100% real, que indica la presencia de una toma de agua para los bomberos. Estas placas empezaron a aparecer en la era victoriana, cuando Londres crecía a pasos agigantados y la amenaza de incendios era cosa del día a día. De hecho, los ingleses le tienen más miedo a los incendios que a un finde sin cerveza, porque aunque el de 1666 fue el incendio más grande registrado (hasta el Blitz), ha habido muchos a lo largo de la historia. ¡Esta gente te pone una alarma de incendios en cada rincón de la casa!

Supongo que habrás acabado el paseo con ganas de sentarte y comer o beber algo. Es un poco turístico, pero puedes pasar por el Seven Dials Market, que es un food hall (con baño, para los pises de los niños y abuelos), que tiene puestos curiosos y un montón de sitios de dulces tan apetitosos como caros. Si estás más por cervezas, puedes visitar los pubs más cercanos de la lista que te paso abajo. Y si tienes más ganas de andar, no dejes de recorrer Seven Dials, porque tiene auténticas joyas.

—Jo, señor Mapache, ¡qué listo y guapo eres! ¿Me firmas mis botas de fútbol?

—Claro que sí, salao, pero te recuerdo que eso no son botas de fútbol, sino un cojín viejo con una foto de Valderrama pegada con una grapa.

—Gracias, señor Mapache, ¡eres el mejor!

—A dormir, pillín.

Te recomiendo:

Para bebel:

  • Neil Gwynne: al comienzo del paseo. Tiene un jukebox muy majete
  • The Lamb & Flag: Mítico donde los haya
  • The Nags Head: Mítico también. Especialmente los sábados tarde en los que podéis ver a la fauna local bebiendo como si fuera gratis
  • Freemasons Arms: Un poco alejado pero curioso por dos razones. Muy frecuentado por Masones (que tiene la turbo logia cerca, en Freemasons Hall) y muy cerca del pub se escribieron las Reglas de Cambridge, que son las primeras reglas del futbol moderno.
  • The Cross Keys: Más que un pub parece un vivero por fuera, y por dentro parece que lo ha decorado Diógenes, pero creo que es Pub menos turístico de la zona (Depende del día)

Para comel:

  • Din Tai Fung: Un Dim Sum hecho a mano que esta de cagalse. En mis tiempos había que hacer mucha cola.
  • Dishoom: Hola me aburro, te apetece hacer 90 minutos de cola para comel? Mu rico, e incluso puede merecer la pena la espera
  • Punjab: Restaurante indio de toda la v. El típico que te dice que es el índio ms viejo al oeste del pisuerga. Yo le tengo cariño porque llevo casi 20 años zampando ahí, incluidas 3 o 4 nocheviejas.
  • St. JohnBakery: Me enfrentaría a Robocop con un sonajero y una botella de Mistol si con eso pudiera comer todos los cruasanes de almendra y Donuts cerdos de este sitio.
  • Le Beaujolais: No he estado porque odio el queso tanto como ponerme yogur en el sobaco, pero es un sitio de toda la vida con vinos para todos los gustos.
  • Terraza del Opera House: Esto es más bien para un cafe o la mirienda.

Otras cosas que hacer:

  • Forbidden Planet: Esta tienda es más turística que el Big Ben, pero si llueve o te aburres, es muy curiosa. Sobre todo la planta baja, que tiene Manga para aburrir.
  • The Tintín Shop: Lo mismo, si llueve puede ser un buen refugio
  • Los artistas de covent garden. A mi no es que me gusten mucho, pero la gente lo disfruta. Bho.
  • Jubilee Market: Puestecicos y tenderetes curiosos
  • El museo del transporte: Mola pero es un poco caro
  • Seven Dials Market: Estupendo para una pausa y zampar street food. Ojo que la parte de la entrada, la de los dulces, es cara como las pantuflas del Papa
  • Covent Garden Market: Malo será que no recomiende esto. A ver, yo no entro ni atao, pero es que ya son muchos años por aquí.

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