No hay forma de resumir este último año en un solo post. Este es el primero de una serie de artículos sobre estos últimos 12 meses
Hace ya casi veinte años, volvíamos en coche de una de nuestras últimas vacaciones familiares por Baviera y el norte de Italia. Un polizón de kilómetros, pero quedó un viaje para el recuerdo.
Yo venía acostumbrado a la exuberancia de bosques y lagos que rodeaban las autopistas y carreteras secundarias. Pero al acercarnos a Zaragoza y viendo el paisaje que nos rodeaba, no pude evitar decir:
– Madre, ¡qué secarral! ¡ Qué diferencia con lo que hemos visto!
MI padre me miró solemne y dijo:
– Pues está es la tierra por la que tenemos que pelear
No me olvidaré jamás de esa respuesta. Es algo que ha estado conmigo desde entonces. Será un secarral, un desastre, un cachondeo… pero es mi tierra, y no voy a dejar de pelear por ella. Sobre todo por aquellas personas que emprenden y arriesgan. Por ellos he trabajado y para ellos he creado mi modelo de negocio.
Pero, después de un año fuera, tengo que decir que cada vez me siento más lejos de ella.
Ha sido duro como la gasesosa gomaespumosa
Mi caso no es el del emprendedor triunfal que “nunca se imaginó que el éxito llegaría tan pronto”. No, lo mío es lo contrario. Yo pensaba que si me había hecho mi hueco en Madrid, ¡cómo no iba a hacérmelo en Londres! ¡Con todo el negocio que hay!
Pues no. De hecho ha sido un año duro. No de los peores, porque los he tenido muy muy jodidos, pero tela…
Llegar a una ciudad tan fría como Londres, con cero contactos, es abrumador. Y volver a montarte tu chiringuito, a tus casi 40 palos, es agotador. Pero cuando ves las oportunidades, el ritmo y el ambiente, sacas fuerzas de donde puedas.
Durante este año, he mandado algo más de 70 ofertas de trabajo, he hecho unas 15 versiones de mi curriculum, reunido con una docena de potenciales clientes, participado en una media de 2 eventos por semana (presencial o virtual). He triplicado mi red de contactos y he cogido la costumbre de tener dos o tres follow-up por semana.
Todo esto manteniendo mi servicio en España y por supuesto conviviendo con la pandemia.
Ha sido duro, pero a día de hoy tengo que decir que estoy pasando uno de los mejores momentos de mi vida. Tengo mi primer proyecto en UK, y me encanta,. Nos hemos mudado a un piso que me vuelve loco y mi coworking ha vuelto a abrir con un ambientazo que me ha renovado la energía. Y sobre todo, sigo casado con una mujer absolutamente fuera de mi alcance. Si suena presumido, que suene. Me lo he ganado.
TENEMOS MUCHO POR DELANTE
Pero como decía, cada día me veo más lejos de mi tierra. Y más decepcionado.
Empezando por lo lo más mundano, las formas legales, ya es para echarse a llorar. Aquí monté mi empresa en 15 minutos y me costo 25 libras.
Por supuesto no pago autónomos ni nada por el estilo. Aquí me he puesto un salario base de 732 libras por las que se pagan 0 impuestos. El resto lo saco como dividendos ya que mi actividad todavía es inestable.
Estos, se gravan con un 0% hasta las primeras 2.000 libras. De ahí hasta las 50.000 se eleva a un 7.5%. Por supuesto tanto salario como dividendos van contra el balance de tu empresa (y por tanto, baja el impuesto de sociedades).
De esta manera, si tienes un primer año en el facturas 30.000 libras, básicamente las primeras 10.000 se gravan con un 0%. Las siguientes 20.000 los sacas en dividendos y te generaran unos 1500 libras de impuestos. Todo esto asumiendo que no tienes más gastos.
En España, si eres un falso autónomo que factura 20.000 euros al año, pagarás casi 3500 euros como autónomo y otros 3000 de IRPF.
Esos impuestos que me estoy ahorrando, los invierto en mi coworking, asesoría, servicios profesionales o simplemente consumo. Muevo la economía.
Y el caracter se nota
El tema impuestos y burocracia ya me molesta, pero creo que lo que más me toca la fibra es la mentalidad.
Al menos en mi gremio (Startups) y mi barrio (Shoreditch), el ambiente es mucho más relajado y directo. He hecho muy buenas migas y conocido a gente muy interesante. Y sobre todo, he tenido química y conversaciones que han seguido activas durante meses.
Eso si, aquí la gente es muy educada, pero si no le cuadras pasa de ti como de la peste.
Por el contrario, la impresión que tengo de España es que la gente puede ser más “verdadera” pero se va al negocio a corto plazo. No me da la impresión de que en general se cultiven relaciones a la larga.
También lo noto en la manera de hablar. He asistido a pitches en Madrid que parecían escritos por los guionistas de “Al salir de clase”. Aquí, en general las presentaciones me han resultado muy profesionales y acordes a la personalidad del ponente. Es como si el mejor de la clase en España aquí fuera el del aprobado raspado.
Y esto ¿por qué?
Me niego a pensar que un país es simplemente mejor que otro. Tiene que haber gente cañon en España y desastre en UK, pero lo que no puedo negar es la percepción que he tenido. Seguramente estoy sesgado por la experiencia, pero no lo puedo evitar.
Recuerdo cuando al volver de mi Erasmus en Dinamarca yo les decía a mis compañeros que otro tipo de educación era posible Aquella en la que tomabas café con los profesores, discutías la materia de clase y te trataban como a un adulto. Algunos me decían que me volviera si tanto me gustaba y que en España de comía mejor.
<FilterOut>Efectivamente con esa mentalidad de mierda no vamos a ningún sitio.</FilterOut>. Nuestro país está lejos de ser competitivo en emprendimiento y en promoción del pequeño negocio. España es un país de currantes, no de negocios. Lo primero que hay que hacer es mirar hacia fuera y ver en qué fallamos.
Por cierto, odio les expresiones lastimeras del estilo “Tenemos lo que nos merecemos” o “Si es que somos gilipollas”. Mire used, a mí no me incluya en esa segunda persona., que ni tengo lo que merezco ni soy gilipollas.
En España debemos fijarnos en los que nos rodean, aprender de ellos y traernos lo bueno al país. Debemos abandonar la queja sistemática y la justificación.
Cuando preparaba mi esquema para este artículo sobre mi primer año, se me ocurrían varios temas de los que escribir. De ellos, decidí hablar primero sobre la rabia que siento. ¿Por qué aquí tienen que funcionar las cosas mejor? Ya os digo yo que aquí no son genios y ni mucho menos son perfectos.
Somos un país perfectamente capaz de hacer lo mismo que UK, Alemania o Estados Unidos. Pero hace falta una formación consistente que se imparta para preparar a profesionales, no por ganar dinero dando clases. Hay que dejar de buscar la peseta de mañana y mirar a qué tipo de estructura empresarial queremos para los próximos 10 años.
Vergüenza, ¿de qué?
Ni por un momento me voy a avergonzar de ser Español ni de mi ciudad, Madrid. Pero me da una rabia infinita ver las diferencias.
Por supuesto que hay iniciativas en España. aceleradoras, mentores, incubadoras o Venture Capitals. Pero sigo teniendo la impresión de que prima el hacer negocio rápido y no la innovación.
Brillemos, maldita sea. Usemos nuestra cultura como baluarte, no como excusa. Abandonemos el cutrerío de pagar cacahuetes y pedir solomillo. No busquemos ser iguales que el resto de Europa, busquemos ser mejores, maldita sea.